Columnista invitado.
Omar Andrés Reina M
.Viajador y Contador de Historias 
Líder de cambio, escritor, político, viajero y promotor de causas colectivas. Administrador de Mercadeo, Especialista en Economía Urbana y Regional, Magister en Estudios Políticos.

En Colombia operan actualmente 25 bancos, quince de ellos nacionales y diez entidades extranjeras. Durante el año 2019, según la superintendencia financiera, los bancos aumentaron sus ganancias en cerca del 12%; es decir, que los bancos  obtuvieron utilidades por 13,3 billones de pesos, más de trece millones de millones.

Podríamos decir, en números fáciles, que los bancos del país se ganaron 36 mil 700 millones de pesos diarios.

Tenemos unos bancos ganando a mil quinientos (1.500) millones de pesos por hora, contra unos microempresarios y emprendedores con sus negocios cerrados hace más de 5 semanas, bajando sin frenos por la autopista que conduce a la quiebra. Peor aún, la gran mayoría le debe pequeños créditos de consumo, con tasas de interés a tope, a esos mismos bancos. 

Con este desigual panorama, muchos nos preguntamos ¿qué pasará después de superada la etapa de confinamiento obligatorio? ¿Cuál será la fórmula mágica para recuperar los diferentes sectores económicos y qué papel jugarán los distintos niveles del Estado para que los números negativos del comercio y de la industria no desemboquen en crisis mayores: recesión y desempleo?

El Gobierno Nacional anunció como parte de las medidas para preservar los puestos de trabajo y la liquidez de las pequeñas y medianas empresas, un paquete de líneas de crédito a través de Bancoldex, respaldadas por el Fondo Nacional de Garantías, para que todos los propietarios de negocios, puedan obtener capital de trabajo a muy bajo interés, reabrir sus locales y ventas, mantener sus empleados y empezar a pagar pequeñas cuotas después de seis meses.

La respuesta de los Bancos ha sido aplazar las cuotas de los créditos, endurecer los requisitos para prestar la plata y hacerse los locos frente a los programas del Gobierno. Una tristeza.

El economista Murray Rothbard decía: “Hay dos formas en que se puede organizar cualquier economía. Una es por la libertad y la elección voluntaria: el camino del mercado. La otra es por la fuerza y el dictador: el camino del Estado”.

Y es en estos precisos momentos que se requiere  de la fuerza y el carácter de los gobiernos territoriales. Alcaldes y Gobernadores se enfrentan a un desafío de inmensas proporciones a escasos 100 días de sus mandatos. Por fuerte que haya estado la campaña electoral, ninguno tenía en mente si quiera que algo así pudiera llegar a ocurrir.

Los planes de gobierno que propusieron para ser elegidos, sus promesas de campaña, los compromisos con los partidos; todo ello se queda sin validez y una vez superada esta difícil prueba, deberán entender que empieza una nueva manera de gobernar y que la prioridad de sus administraciones será generar la mayor cantidad de empleos posibles y el bienestar social para la mayoría de sus ciudadanos.

La primera tarea será modificar los planes de desarrollo que estaban a punto de ser debatidos y aprobados por los concejos municipales y las asambleas departamentales. Aunque en esencia, los planes podrán ser iguales, muchas de las metas y objetivos cambiarán; las fuentes de recursos para financiarlos serán destinadas a mitigar el impacto de la crisis y las bolsas de presupuesto para grandes proyectos, como las regalías, tendrán que ser gastadas en la recuperación social de las ciudades y departamentos.

Pero ¿cómo se activa una economía local a través de la alcaldía? Es cierto que tenemos administraciones municipales que junto a los hospitales y los juzgados, son las mayores generadoras de empleos de calidad en los pueblos; también es cierto que mediante la ejecución del presupuesto público en proyectos y obras se genera una dinámica del dinero en los territorios; sin embargo, no es nada nuevo y no será la fórmula de siempre la que nos salve de la depresión económica.

Es aquí cuando la premisa básica de inyectarle plata a la economía toma fuerza para los pequeños municipios. Y es también aquí donde aparece la teoría solidaria como respuesta a la mala gana de los grandes bancos. 

Uno de los mayores retos para los actuales mandatarios locales, es evitar que sus ciudadanos caigan en la trampa de los préstamos ilegales. Son los “paga diario” o “gota a gota” la amenaza que generaría una bomba social incontenible en unos pocos meses. Para evitarlo, es prioridad incluir en los planes de desarrollo la creación de los fondos de economía solidaria municipal, bajo la teoría del “banco de los pobres” que hiciera famosa el premio nobel indio Muhammad Yunus.

El creador de los microcréditos, tiene un sistema bastante sencillo, a través del cual demuestra que las personas pobres son  más “buena paga” que los de mayores recursos. Cuando se le presta dinero a una persona sin respaldo, para que pague sus deudas y pueda trabajar, devolverá con rigor el préstamo para tener acceso a uno nuevo de mayor valor y de esta manera abandonará las condiciones personales de pobreza.

Esta herramienta simple, le permitiría a cualquier municipio pequeño poner en circulación recursos para reactivar su economía local y evitar la quiebra de un número muy importante de sus productores y comerciantes. Si una alcaldía municipal crea un fondo de economía solidaria, al que se le inyecte, como ejemplo, una suma de digamos 300 millones de pesos; podría efectuar hasta 200 microcréditos de 1 millón 500 mil pesos cada uno.

Es decir, podría prestar un capital suficiente para que 200 tenderos, ambulantes, farmaceutas, cocineros, vendedores de fruta, campesinos o cualquier tipo de comerciantes obtengan capital de trabajo para reactivar sus negocios sin temor a que los vayan a matar por esa plata.

¿Cómo se paga? Fácil, generalmente son microcréditos que se pagan en 36 cuotas, después de 3 meses de gracia; con tasas de interés del 0,8% mensual. Los beneficiarios son aquellos comerciantes que están registrados y pagan Cámara de Comercio o impuesto de Industria y Comercio o de espacio público y la garantía para que la alcaldía no arriesgue sus recursos, la otorga el Fondo Nacional de Garantías del Estado Colombiano.

Está en manos de alcaldes y gobernadores, de sus concejos y asambleas, iniciar la etapa de los gobiernos con innovación social. Del talante y la visión de nuestros actuales gobernantes dependerá que tengamos mercados pa´ hoy y hambre pa´ mañana o más bien tengamos crédito pa´ hoy y progreso pa´l futuro.

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