Columnista: Luis Miguel Gómez Henao. Comunicador social – publicista Analista político.

La victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones de los Estados Unidos dibuja un interesante panorama diplomático para Latinoamérica y habrá que ver, ya en el poder, cual será la postura y la narrativa del nuevo presidente ´gringo` frente a la inestable realidad política y económica de los países al sur del Río Bravo.

Pero lo cierto es que Colombia, en esta nueva etapa del juego geopolítico regional, entra mal parada y se podría decir que con una especie de ´matrícula condicional` frente al gobierno que regirá los destinos del gigante del norte a partir del 21 de enero de 2021.  Para nadie es un secreto que el gobierno Duque, por afinidad ideológica, se siente cómodo con Trump, y a pesar de algunos regaños relacionados con el control de los cultivos ilícitos, Trump ha tenido la mano en el hombro del gobierno de Colombia para respaldarlo a la hora de manejar temas como la tensa relación, o mejor ruptura, con el vecino Nicolás Maduro o para cuestionar asuntos relacionados con el proceso de paz.

Colombia entra mal parada ante Biden pues sencillamente en los últimos meses jugó para el equipo de Trump.  Una de esas jugadas, que tendrán repercusión para nuestro país, tiene que ver con el reciente nombramiento de Mauricio Claver Carone como nuevo presidente del BID.   Claver Carone, candidato promovido por Trump para dirigir el banco multilateral, fue asesor de seguridad nacional para el hemisferio occidental de la Casa Blanca en los últimos cuatro años y desde ese cargo detruyó los avances para la apertura de Cuba que se habían logrado durante la administración Obama.  

Colombia, junto a Brasil, apoyó abiertamente a Carone, y al ser un país con considerable representación accionaria en el BID, tuvo un voto decisivo para que el exfuncionario de Trump lograra la posición.   Durante los próximos 4 años tendremos un presidente del BID amigo, pero que de poco nos servirá pues una de las principales fuentes de financiación de este banco provienen del gobierno de los Estados Unidos, que seguramente le cerrará la llave y no facilitará líneas de crédito para nuestro país.   Hoy el BID tienen proyectos por más de 1800 millones de Dólares en Colombia, muchos de ellos relacionados con servicios públicos, transporte y modernización del Estado.

Pero además de la disminución en las líneas de crédito del BID y la pérdida del apalancamiento de Estados Unidos para las mismas, veremos, muy seguramente, una disminución en los apoyos directos del gobierno norteamericano para temas como seguridad y erradicación de cultivos.   El gobierno Biden seguramente buscará una relación bilateral más enfocada en temás de fortalecimiento del proceso paz, medio ambiente y derechos humanos, que son de dificil digestión para el gobierno Duque.

Seguramente Estados Unidos continuará siendo aliado de Colombia en muchos temas, pero con matrícula condicional.   El discurso moderado de Biden frente a asuntos como la crisis de  Venezuela, le quitará empoderamiento y respaldo al gobierno colombiano en su interlocución con Maduro.  Habrá que ver cual será el tono de comunicación que establecerá el dictador venezolano con el gobierno norteamericano.

El gobierno colombiano sabe que no está en el mejor de los escenarios.    Habrá que hacer mucho trabajo diplomático para crear una relación fluida con Biden, quien durante un buen tiempo nos mirará con recelo y prevención.  Una de las primeras cosas que tendrá que hacer Duque es pedir la renuncia de Francisco Santos como embajador.   Dicen en Washington y en Florida que su apoyo a Trump fue abierto y descarado, por lo cual cambiar de embajador puede ser un significativo acto de desagravio ante el nuevo jefe geopolítico mundial.

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